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“Él me enseñó a ser madre”. Niño de 10 años que perdió sus piernas fue adoptado por sus maestros

Aquellos que se dedican a la docencia, saben perfectamente que es una profesión para la cual se necesita vocación. No es nada sencillo tener que enseñar a los niños y lidiar con los padres de los menores todos los días, durante largas jornadas, por un empleo que no es bien remunerado.

Pues la labor de un profesor no solo es educar, sino también comprender las dificultades por las que pasan sus alumnos e intentar ayudarlos. Por suerte, hay muchos casos conmovedores y dignos de aplaudir, que dejan en claro que enseñar va mucho más allá de los libros.

Un ejemplo de ello es Jenna y Tim Riccio, una pareja unida no solo por el amor, sino también por la pasión que sienten por la docencia, una labor que han sabido llevar con altura. Ambos profesores oriundos de Connecticut, Estados Unidos, decidieron adoptar a un niño de 10 años que necesitaba atención médica urgente y que había sido abandonado por sus padres.

El pequeño Nate Innocent, se ganó el corazón de los dos maestros y terminó formando parte de su familia en muy poco tiempo. “Él me enseñó a ser madre”, comento en una entrevista con la revista People, la maestra de 37 años que enseña lectura en la Escuela Primaria Walsh en Waterbury.

“Es un ejemplo perfecto de cómo puedes perseverar. Encuentra la manera de hacer lo que se propone”, agregó Tim.
Desde el principio, ha sido todo un reto poder cuidar al niño, ya que padece de anemia de células falciformes. Esta es una enfermedad bastante compleja que lo ha llevado a perder sus piernas desde la rodilla, dos dedos y medio de su mano derecha y su brazo izquierdo.

En el 2019, Jenna y Nate comenzaron a tener una buena relación, cuando el niño tuvo que ser internado en el hospital para recibir una cirugía para prevenir la infección de un brazo. Algo que lo motivo mucho, fueron las clases de lectura que su maestra le daba.

“Estaba allí solo, sin familia. Quería animarlo y tener a alguien que conociera allí con él”, expresó Jenna.

Tan solo 10 días antes de la cirugía, los padres habían echado a Nate de su casa, por lo que no pudo asistir a los tratamientos médicos que necesitaba. La primera opción para el niño, era ser trasladado a un centro de acogida, la cual se encontraba a más de una hora de distancia. Sin embargo, Jenna decidió intervenir para poder recibirlo luego de que fuera dado de alta.

“No era la solución ideal para él. Me preocupaba lo que iba a pasar”, recordó la maestra. De inmediato, Jenna se informó sobre cómo tendría que hacer para obtener la tutela del niño. Por suerte, siempre contó con el apoyo de su novio, quien le aseguró que también quería ser parte de esto.

Finalmente, tras varios años, lograron obtener la tutela definitiva y su hogar se terminó de formar. Actualmente, Nate ha cambiado su vida por completo y hasta tiene una hermana menor.

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