La educación comienza en casa y con ello no estamos haciendo referencia a que le enseñes a tu hijo cuánto es dos más dos, sino a los buenos valores. Es que el hogar es el primer espacio en donde los pequeños aprenden a comportarse y a interactuar con los demás y sus padres, quienes son sus referentes, son el ejemplo que seguirán.
En casa, los niños aprenden a hablar, a saludar, a preocuparse por los demás y a pedir las cosas que necesitan. En estas situaciones es en donde surge una de las enseñanzas más importantes para los niños: a hacerlo con respeto y empatía. Saber pedir las cosas “por favor” y dar las gracias cuando se obtiene, es fundamental.
Aunque puede parecer algo obvio y simple, muchas veces olvidamos que esos pequeños detalles que parecen sin importancia, pueden marcar la diferencia. Cuando, por ejemplo, un niño tiene sed, podría pedirlo simplemente diciendo “agua” y sus padres lo entenderían y se lo darían porque aún es pequeño y no puede hacerlo por sí mismo.
En cambio, cuando ya es un adulto funcional y se encuentra en la misma situación, no puede decir solamente “agua” y esperar el mismo resultado, pues parecerá grosero y nadie atenderá su situación. En cambio, si agrega un “por favor” a su petición, lo más probable es que obtenga su vaso de agua y además, nadie le pondrá la etiqueta de “insolente” o “mal educado”.
Con ello queremos decir que no hay que subestimar el poder que tiene un “por favor” o “gracias”, ya que cambiarán la vida de cualquiera que las sepa decir. Si bien es cierto que es solo una cuestión de cortesía, a nadie le gusta que le pidan las cosas de mala manera o que no sean agradecidos cuando haces algo por ellos.
Saber decir “por favor” y “gracias” significa empatía con los demás y que eres considerado con las personas que te rodean. Demuestra que tienes buena educación y que puedes ser amable con los demás. De esta manera, la mejor herencia que puedes dejarle a tus hijos es enseñarles a ser corteses con los demás, pues esto les abrirá muchas puertas en sus vidas.
Sin importar cuántos títulos universitarios tengas, cuál sea tu puesto de trabajo o los logros que hayas alcanzado. Una gran persona se distingue del resto por sus valores, por su buena educación, su amabilidad y cortesía.
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