Robbie Williams, el célebre intérprete británico desplegó su alma en una miniserie que traza su trayectoria como artista en solitario, al tiempo que se abrió de forma sincera acerca de su estado de salud visiblemente deteriorado.
A sus 46 años, Robbie aún anhela deslumbrar sobre el escenario. No obstante, reconoció plenamente la carga que acarrea en su cuerpo el haber llevado una vida pasada “desenfrenada”, particularmente en las décadas de los 90 y 2000.
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En conversación con The Sun, el antiguo miembro de la agrupación Take That enumeró las causas de su “fatiga mental” y afirmó que enfrenta la “manopausia” (técnicamente conocida como andropausia), que es la versión masculina de la menopausia. Algunos de los síntomas que experimenta Robbie Williams incluyen variaciones en el estado de ánimo, disminución del deseo sexual, pérdida de masa muscular, dificultades para conciliar el sueño e incluso problemas para recordar eventos recientes.
“El pelo adelgaza, la testosterona ha abandonado el edificio, la serotonina ya no está y la dopamina se despidió hace tiempo. Agoté todo lo bueno natural. Tengo la manopausia. Mi hija me dice: ‘Papá es un flojo’. No me gusta el término ‘flojo’ porque así me describían cuando era más joven. La realidad es que estoy hecho polvo por lo que me hice en los noventa y parte de los 2000″
El artista admitió haber compartido momentos con más de un centenar de mujeres en su pasado y comentó con orgullo: “Probablemente sea un número superior al promedio, pero inferior a lo que uno podría anticipar”. Además, reflexionó sobre cómo esto podría haber influido en sus relaciones matrimoniales con la actriz Ayda Field, su esposa. Subrayó que se siente “magnéticamente atraído hacia las 4 de la madrugada” y que no logra conciliar el sueño hasta aproximadamente las 6 de la mañana.
Con cuarenta años a cuestas, Robbie Williams continúa batallando contra algunos de sus demonios, incluyendo el abuso de sustancias y el alcohol, que han afectado tanto su salud interna como externa. En el transcurso de su vida, enfrentó diversos trastornos alimenticios, siendo la vigorexia uno de los episodios más destacados. Posteriormente, se sumergió en la aplicación gradual de botox para conservar una apariencia juvenil y libre de señales reveladoras en su rostro.
Aunque reconoció que se autodenomina un “celebridad insegura”, compartió una reflexión cruda sobre la imagen juvenil que se promociona en los medios y las redes sociales: “Creo que la percepción que las personas tienen de la cirugía plástica o los procedimientos realizados se basa en ejemplos desafortunados. No se dan cuenta de que la mayoría de los individuos en la industria del entretenimiento se han sometido a ello, pero no se nota: el 90 por ciento luce bastante natural”.
Al cierre de la entrevista, sintetizó: “Sé que tengo una gran vida y me siento afortunado de tener a mi familia. Ahora mismo me describiría como un ermitaño muy feliz… Soy un agorafóbico Coca-Cola-lite. Y eso me funciona”.
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