Aunque muchos de nosotros olvidemos gran parte de lo que sucedió en nuestra infancia, la niñez es una de las mejores etapas de la vida. No todos nos hemos portado bien todo el tiempo o hemos tenido el mejor de los temperamentos, por lo que es importante que tengamos presente que para aprender es necesario equivocarse.
A pesar de ello, actualmente, hay algunos lugares como hoteles o restaurantes que han implementado la opción “libre de niños. Con el objetivo de que los más pequeños no perturben la estadía de los demás, han prohibido el ingreso a los padres con menores para ofrecerles la tranquilidad a sus clientes de que no escucharán gritos.
¿Alguna vez te has preguntado desde cuándo nos volvimos tan intolerantes? Si bien es cierto que es casi imposible salir a pasear con nuestros niños sin que lloren o que hagan algo que estresen la salida, hay formas de controlar la situación. Por ejemplo, hay madres que, al primer llanto de su hijo, salen afuera para calmarlo.
Sin embargo, a la primera subida de voz de un pequeño le caen miles de miradas desagradables por algo que es completamente natural y por lo que todos pasamos en algún momento. Hay que tener presente que, no siempre que un niño llora, la culpa es de una mala madre que no ha logrado controlarlo.
También hay situaciones que terminan escapándose de las manos y por más que las madres hagan todo lo posible por calmarlo, no lo consiguen. Por lo tanto, también deberíamos practicar tener un poco más de paciencia e intentar ponerse en el lugar del otro.
De los errores se aprenden, y si no nos equivocamos en público nunca sabremos qué está bien y qué está mal. Recuerda que, al igual que ese chiquillo inquieto, tú también pasaste por allí y probablemente vuelvas a pasar por el mismo lugar cuando seas padre. Quizás, en ese momento comprendas lo que puede sentir recibir las miradas desagradables de los demás por no poder calmar a tu hijo en cuestión de segundos.
[…] Los niños felices son escandalosos y revoltosos. Es su etapa de aprendizaje y descubrimiento […]