Hay algunos padres que no se cansan de repetir a diario que la única obligación de los niños, al menos hasta los 18 años, es estudiar. Sin embargo, hay veces en donde la situación económica de una familia, los obliga a todos a aportar su granito de arena. En ocasiones, hay quienes deben dejar la escuela para trabajar o intentar conciliar ambas responsabilidades.
Tal es el caso de la familia de Carlos, más conocido como Carlangas, cuyos padres estaban atravesando una fuerte crisis económica. A pesar de que ellos nunca se lo pidieron, el niño sintió que tenía que colaborar de otra manera para el bienestar de la familia.
Fue por ello que decidió crear su propio emprendimiento, el cual fue apoyado por sus profesores y compañeros: vender gelatinas de Minions. Si bien es cierto que varios establecimientos escolares, por normas de higiene, prefieren prohibir a sus alumnos la venta de comida dentro de sus dependencias, no fue este el caso.
El niño es oriundo de Perú y tiene tan solo 11 años, pero esto no fue un impedimento para que comenzara con su negocio. Todos los días llega a casa luego de la escuela para fabricar él mismo sus gelatinas comestibles en forma de Minions, los clásicos personajes de la película Mi Villano Favortio. Luego, las vende en el salón de clases a sus compañeros.
Martín Manuel, el profesor de Carlos, se enteró de la idea del niño para ayudar a sus padres y no pudo detener a su alumno. En cambio, prefirió darle su apoyo con su emprendimiento y desde entonces le ha ido bastante bien. Orgulloso por el esfuerzo de su alumno, decidió grabar un breve clip y compartirlo en TikTok para ayudarlo a promocionar su producto.
Así, ha logrado aumentar sus ventas y conseguir algo de dinero para llevar a su casa. De hecho, el niño ha confesado que cuando se gradúe de la escuela, le gustaría seguir la carrera de economía para hacer mejores negocios.
En la red social, los usuarios aplaudieron la iniciativa de Carlangas y su buena voluntad. Muchos destacaron el gran corazón y la bondad del niño por ayudar a sus padres, a pesar de que ellos nunca le pidieron que saliera a trabajar.
“Es genial lo que vende”; “El profesor debería asesorarlo por completo, para que la marca del niño crezca”; “Ingenio en su esplendor”; “Dan ganas de abrir mi propia empresa con esta genial idea”; fueron tan solo algunos de los cientos de mensajes que recibió Carlangas.
Si bien es cierto que el emprendimiento del niño es algo sencillo, demostró que, con un poco de creatividad, es posible lograr su cometido. En este caso, ganar algo de dinero para poder dárselo a sus padres y ayudarlos a salir adelante.
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