Para aquellos padres que tienen niños que han nacido con trastornos del espectro autista (TEA) saben a la perfección que hay momentos en el la integración con otros niños es compleja. Actividades simples para cualquier otro pequeño, como ir a la escuela o asistir a eventos o celebraciones, en los que hay mucha gente no son nada sencillas.
Sin embargo, con el paso del tiempo, los niños se han ido educando de manera mucho más consciente y comprensiva sobre la empatía y el compañerismo. Estas condiciones o trastornos que pueden padecer algunas personas, ya no es algo tan extraño, por lo que saben cómo actuar y cómo ayudar a alguien en estos momentos de crisis.
Tal es el caso de Mateo, un niño que padece el trastorno del espectro autista y que se sintió abrumado en un una de las actividades a un cumpleaños al que fue invitado. Según contó Karla, la madre del pequeño, en su cuenta de Instagram, su hijo quedó paralizado de repente mientras estaba jugando con otros niños.
“Cuando la instructora pide ir a la pared azul, Mateo queda atrapado entre la avalancha de niños y no supo qué hacer.”
Como quedó grabado en el registro, Mateo se quedó paralizado, mirando para todos lados sin saber qué era lo que tenía que hacer. Mientras tanto, los demás niños salieron corriendo hacia la pared azul como les había indicado la instructora intentando llegar primeros.
Por suerte, Mateo contaba con la presencia de su mejor amigo en ese cumpleaños. León, prefirió perder el juego y ayudar a su amigo que se sentía inseguro. Este, lo tomó de la mano y luego de que la avalancha de niños terminara de cruzar, fueron juntos hasta la pared azul.
“León (su mejor amigo) lo sostuvo para que no lo tumbaran, esperó y luego se lo llevó de la mano. A León no le importó perder el premio, para él fue indiferente llegar primero. Lo único que le preocupaba era que su amiguito Mateo no se lastimara.”
Sin dudarlo, León tomó de la mano a su mejor amigo y lo guio lentamente hasta donde estaban los otros niños. lo positivo de todo esto, según contó Karla, es que los niños han convivido en clases durante 2 años con su hijo, por lo que ya entienden sobre su trastorno y saben cómo actuar para ayudarlo en sus momentos de crisis para que no se sienta abrumado.
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