Mohamed Bzeek es el hombre con el corazón más grande del mundo. A lo largo de su vida, ha adoptado a los niños que nadie quiere para darles un hogar y todo lo que necesitan. Muy pocas personas son capaces de entregar su tiempo y su amor incondicional a estos pequeños angelitos que están luchando entre la vida y la muerte todos los días.
Él ya no sabía, pero esto nunca fue un impedimento para que siguiera abriendo las puertas de su corazón a estos pequeños angelitos. “La clave es amarlos como si fueran tuyos”, asegura Mohamed.
En la actualidad, hay más de 35 mil niños monitoreados por el Departamento de Servicio para Niños y Familias del condado. De ellos, 600 están bajo el cuidado de los Servicios de Administración de Casos Médicos del Departamento. Allí atienden a los menores con las necesidades médicas más graves.
El hombre ya tiene 65 años y vive en los Ángeles, California. Allí trabaja hace varios años en colaboración con el Departamento de Servicios para Niños y Familias (DCFS). Su trabajo es su pasión y fue por ello que decidió hacer de este proyecto una misión de vida.
Para Mohamed estos niños con enfermedades terminales, abandonados por sus padres y sin hogar no merecen morir solos en un hospital. Es por ello que se ha encargado de ser su apoyo incondicional hasta el último día desde hace más de 30 años.
Hasta el momento, su hogar es el único en todo el país que acepta niños con enfermedades terminales. A pesar de que da lo mejor de sí mismo para que estos pequeños vivan de la mejor manera, ha tenido que vivir la terrible experiencia de la partida de 10 de sus hijos, algunos de los cuales partieron en sus brazos.
“Si alguien alguna vez nos llama y dice «este niño necesita ir a casa a cuidados paliativos», solo se nos ocurre un nombre”, dijo Melissa Testerman, coordinadora de admisión del DCFS que encuentra lugares para niños enfermos. “Él es el único que aceptaría a un niño que posiblemente no lo lograría”.
Bzeek es un inmigrante libio que se mudó a Estados Unidos hace más de 40 años para estudiar ingeniería electrónica. Allí se casó en 1997 con una mujer llamada Dawn y obtuvo su ciudadanía.
Su esposa había sido hija de padres adoptivos y ella ya se había convertido en madre adoptiva desde 1980, mucho antes de conocer a Mohamed. Juntos, abrieron las puertas de su casa como refugio de emergencia para niños huérfanos como crianza temporal.
Luego de que Dawn falleciera, ingresó en el Departamento de Servicios para Niños y Familias para continuar con lo que habían comenzado juntos. En la actualidad, Mohamed pasa varios días y noches sin dormir con la llegada de una niña de 6 años.
La pequeña padece un trastorno cerebral que le impide poder moverse, por lo que está postrada en una cama. Además, es ciega, sorda y sufre de convulsiones a diario.
“Sé que ella no puede oír, no puede ver, pero siempre hablo con ella. Siempre la estoy abrazando, jugando con ella… Ella tiene sentimientos. Ella tiene un alma. Ella es un ser humano.”
Mohamed asegura que se ha enamorado de todos los niños que acogió en su hogar. A todos ellos los ha llevado a sesiones fotográficas y de vacaciones. Incluso ha realizado campañas de donación de regalos para Navidad para niños de crianza temporal.
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