En la actualidad, la tecnología en la comunicación ha avanzado tanto que ya casi no podemos vivir sin ella. A donde sea que vayamos siempre vamos a encontrar algún objeto tecnológico, por lo que es normal que los niños y adolescentes de hoy en día, sientan una necesidad extrema al uso de la misma.
Fue por ello que la psicóloga infantil Yekaterina Murashova quiso hacer un experimento inusual para demostrar ¿qué es lo que sucede cuando un grupo de adolescentes se les priva el acceso a internet y de la tecnología moderna por un día completo? A pesar de que ya tenía una idea sobre lo que sucedería, los resultados le sorprendieron muchísimo.
Para el experimento, Yekaterina contó con 68 voluntarios de entre 12 y 19 años, quienes, por 8 horas no tuvieron acceso a ningún tipo de comunicación. Es decir que tenían prohibido utilizar celulares, internet, prender la computadora o cualquier aparto electrónico como la radio o la televisión.
Sin embargo, los adolescentes no estaban limitados en cuanto a las actividades que podían llevar a cabo. Por lo tanto, durante esas 8 horas que no iban a tener acceso a la tecnología, podían escribir, leer, pintar, cantar, caminar, tejer, tocar algún instrumento musical o cualquier otra cosa que sea de su gusto.
La autora del estudio quería probar su hipótesis sobre la generación actual de jóvenes. Para la psicóloga infantil, ellos están entretenidos por la tecnología, pero que son incapaces de hacerlo sin estos aparatos electrónicos y completamente ajenos a la idea de utilizar su imaginación para pasar las horas.
Las reglas eran simples y los adolescentes debían llevar un diario para que pudieran explicar al día siguiente cómo se sintieron. Si ellos sentían mucha ansiedad, estrés o incomodidad, podían detener el experimento en cualquier momento, diciendo la hora y la razón por la cual han decidido terminarlo.
Durante las horas sin acceso a la tecnología, los adolescentes cocinaron, hicieron la tarea, leyeron, inspeccionaron en departamento, fueron de compras, hicieron rompecabezas, dibujaron, pintaron, se dieron un baño, ordenaron, hicieron ejercicio, jugaron con sus mascotas, o recorrieron la ciudad. Tres escribieron poesía, uno se paso 5 horas recorriendo la ciudad en autobús, otro fue a un parque de diversiones, una chica fue al museo, otra oró y un joven fue al zoológico.
Al día siguiente la psicóloga se llevo una gran sorpresa al ver los resultados: solo 3 de los 68 participantes pudieron terminar el experimento: una chica y dos chicos. Uno de ellos pasó las 8 horas pegando un modelo de un barco y otro pasó tiempo organizando sus cosas. Ninguno de ellos sintió emociones negativas durante el experimento.
No obstante, tres de los adolescentes tuvieron pensamientos suicidas por no poder utilizar la tecnología durante 8 horas. Por si todo esto fuera poco, 5 de los participantes sufrieron intensos ataques de pánico; 27 experimentaron náuseas, mareo, bochornos, palpitaciones y dolor abdominal.
Casi todos los voluntarios que hicieron el experimento tuvieron la sensación de miedo y ansiedad. Todos esos síntomas desaparecieron inmediatamente después de que terminó el experimento.
La emoción por participar del experimento, su interés en este y el encontrarse solos con ellos mismos se desvanecieron durante las primeras dos horas en casi todos los participantes. Solo 10 personas continuaron y comenzaron a sentir ansiedad luego de 3 horas sin acceso a la tecnología.
Todos los participantes trataron de dormir algunas horas para que el tiempo pasara más rápido. Sin embargo, ninguno lo pudo lograr debido al nivel de ansiedad que sentían y que su mente no dejaba de divagar.
Inmediatamente terminó el experimento, todos se pusieron auriculares y volvieron a sumergirse en su mundo. De los 68 participantes, 14 adolescentes revisaron sus redes sociales; 20 llamaron a sus amigos desde sus celulares; 3 llamaron a sus padres; y 5 fueron a visitar a sus amigos. El resto, se quedó prendido a la televisión o se conectaron a algún videojuego.
Comment here