Si un niño se está ahogando y no es rescatado rápidamente, terminará por asfixiarse.
Se han escuchado casos en que niños se han ahogado en una lavadora, o algo más insólito aún, un balde, o tarro con agua. Y es que un niño puede ahogarse en apenas cinco centímetros de agua, razón por la que jamás debemos quitarle la vista de encima, sobre todo si está cerca de una fuente o pileta, un baño, o incluso de un cubo de agua.
La supervisión de quien esté al cuidado del niño en ese momento, es vital, y aún más si está siendo bañado en su tinita, o en una piscina, porque basta un mareo, o un simple resbalón, para que esté realmente en peligro.
Sin embargo, pese a la vigilancia y cuidado que podamos tener, los accidentes ocurren. Por lo tanto, en caso de que tu niño se ahogue, lo primero es rescatarlo, ojalá sin entrar al agua. Si debes hacerlo, lleva a tu niño a tierra chapoteando, no nadando.
Trasládalo hasta un lugar cálido y seco, procurando que su cabecita esté en una posición más baja que el pecho, para evitar que se atragante cuando bote el agua que ha tragado. Comprueba su respiración y pulso, y mantenlo recostado sin desnudarlo, sobre mantas o un abrigo.
Si está inconsciente, pero respira, ponlo en la posición de recuperación y controla su respiración. Cámbiale las ropas húmedas y aíslalo del frío.
Sea cual sea su condición, busca ayuda médica. Siempre será recomendable que sea evaluado.
Comment here